lunes, 6 de diciembre de 2010

De sillas, miedos y nada más.

La silla vacía me mira.
La miro con desdén, pero de reojo.
Soy un poco cagón.

Me silba un arrorró.
Le meo las patas, quizá eso la ahuyente.
Continúa silbando con sus pajas,
hasta que en un momento de distracción me atrapa.
Logra que apoye mis gluteos en ella.


Soy un fracaso:

hasta una silla mirona y silbadora me gana.


1 comentario:

  1. Me gusta mucho lo perspicaz que me hace sentir estos textos. Muy buenos, originales y divertidos...unicos

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