En un tono más oscuro, por favor. Pero
mantenémelas prendidas las luces, mantenémelas.
Enfocame ahí en la biblioteca. Acerca
el plano, bien ahí.
Esa es.
¡Ahora abrí el balcón, dale, dale!.
Mira la niebla, mirala ¡dale pendejo!
Respirala.
Olela.
Saboreala.
No la esperes.
Andá a buscala, ¡dale! Salta a por
esa nube bajita, dale.
Y así fue como se cayó el camarógrafo que desde el espejo me gritaba.
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