lunes, 9 de abril de 2012

Una natural falta de cosas

Todo está, en casa de los Pedregullo, repleto de faltas; como si no existiera comida, ni felicidad, ni mascotas, ni llantos.
Afuera de la casa no hay rejas, pero tampoco ladridos, ni flores, ni coches. Hoy es lunes, pero en casa Pedregullo ni siquiera hay día u horas, nubes, ni agujas.

¿Y si hiciéramos, entre todos, una vaquita para ayudarlos?

Tal vez, si llamaramos a la Tía Dora, al primo Marcelo, a los compañeros del cole y a todo el barrio, podríamos juntar muchas cosas y dejarlas, todas juntitas, en algún lugar.
Mañana mismo, enfrente de la biblioteca, la calle podría tener miles de colores, plantines de albahaca, subibajas y hornos donde hacer el pan, ¿les parece?

En algún lugar, quizás, podremos construir otra casa para los Pedregullo, con paredes, ventanas y un perro siberiano que ladre cuando lleguen los vecinos.
Y quizás también, haciendo una rifa que sortee con la lotería nacional, podamos comprarle algún cerezo joven, un paquete grande de sentimientos y pastillitas dulces o un cielo repleto de estrellas brillantes.
Quizás no alcance para todo; pero no está tan cara una teja, una silla, una hormiguita de jardín, ni la tapa de la pava para calentar el agua.
Tal vez con la rifa y la vaquita, le podamos abrir un negocio, donde se venda nada a cambio de cosas; incluso podrían vender un montón de las tantas nadas que tienen ahora mismo en su casa, y nosotros podríamos comprárselas a cambio de nuestras propias cosas.

Quizás esté soñando demasiado y finalmente no les consigamos nada al Don y Doña Pedregullo; o que aparezca la Tía Dora y les regale su tapado antiguo, que en los bolsillos esconde la paz.
¿Y si, cuando llamo, la Tía Dora no me atiende?
Tal vez tenga que ir a Chapadmalal en tren y quizás los gatos me enmarañen las patas con sus colas y ronroneos.
Es posible que me convide con mates y facturas, o abrazos, bizcochitos y chocolatada; o a lo mejor me cuente la historia de Dailan Kifki y el Bosque de Gulubú.
En el placard de la Tía Dora hay camperones y pizarrones, pero también está el tapado del famoso bolsillo que quiero para los Pedregullo.

¿Me lo dará la Tía si le preparo dulce de higo, como en el verano pasado?
Tal vez si le leyera un cuento de Mariño o le cantara "Un barquito de cáscara de nuez"...
¿Me lo dará? ¿Servirá todo esto para ayudar realmente un poquito a los Pedregullo?

Afuera de la casa quizás hoy no haya nada de nada. Hoy: lunes. Pero ojalá, mañana mismo, los podamos ayudar, aunque sea, con algo.


1 comentario:

  1. Lu! me encantó... Entre "los nada" y "los algo", mi imaginación voló lejos de la ficción que nos rodea... Un abrazo enorme!

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