martes, 21 de agosto de 2012

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Tambores suenan. Momento tenso.
Mi cabeza recula sintiéndose objeto de las continuas radiografías de tu mirada.
Excusas: "Palparte con guantes no es lo mismo. Tus curvas (líneas rectas al placer) no se perciben del mismo modo."
"¿De qué me hablas? Perdiste las llaves, no te hagas el idiota, basura."
La lluvia en el living humedece el saquito de tilo que reposa en la taza.
La mesa, sabiéndose por última vez usada por ambos, hace rechinar sus patas de tristeza.
Una alfombra se asoma, preocupada, desde el dormitorio para mirar lo que pasa.
Parientes impacientes nos llaman desde el registro civil.
Podemos suponerlo, aunque ni se nos ocurra acercarnos a atender.

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