martes, 12 de marzo de 2013

Autorretrato de un alguien

No siempre me tuve miedo a mí mismo. No siempre fui un ser tan escalofriante. Sin embargo, últimamente, pareciera que he estado mutando y que los resultados de esta transformación están coartando mi libertad de movimiento oral: me hace temblar, tartamudear e incluso colapsar en ataques de tos.
Ahora mismo, llevo un corte de pelo cuya sombra me da miedo. Se asemeja, en demasía, a los ronquidos de mi abuela. Tan sólo con verla, los recuerdo y vuelvo a percibir sus aromas y evocar sus horrendos colores.
Al caminar, el sonido de mis pasos estalla como fuegos artificiales en año nuevo y me estremezco. Sufro. Solo.
También en algunos momentos encuentro mi respiración demasiado flúor para mi gusto. Siento que todos me ven exhalar en la oscuridad y me avergüenza.
Pero lo que más me aterra es el momento en que decido mirarme al espejo para descubrirme, en el reflejo, exactamente igual que siempre.

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