martes, 31 de enero de 2012

Carpe

Por una entradita de carne que fue abriendo con su machetito oxidado, fue metiendo, poco a poco, toda todita la mano, que a medida que ingresaba se iba bañando en una sangre rojísima, espesa y algo, extrañamente, dulce.
Iba rompiendo tejidos. Cuidadosamente rompiendo textos de carne, músculo, piel, disfrutaba del placer de verla gozar en silencio.
Ella gozaba la muerte porque estaba podrida por dentro y quería sacarlo, como una operación. Quería que le extirparan el alma, porque así no podía más. Quería que le sacaran lo que ella creía que todavía estaba vivo, para poder volar entre las caléndulas. Se sentía crisálida. Esperaba que varios colores se apoderaran de todo su ser luego de este lapsus.
Quién sabe. Quizás sólo moría, mientras a él se le chorreaba vino, vino horácico que hacía todo un poco más fácil de hacer. Carpe diem. Carpe mortem. Carpe diem mortis. Tuam mors.

No hay comentarios:

Publicar un comentario